Romería del Día de Jeva
Despierta el Espíritu Navideño en Málaga
Bajo el manto protector de las sierras de Málaga, donde el Paraje Natural de El Torcal se yergue como un guardián pétreo del tiempo, Antequera guarda un secreto que late con el ritmo de tambores y panderetas cada Navidad. La Romería del Día de Jeva, en honor a la Virgen de la Purificación, no es solo una peregrinación; es un reencuentro con las raíces andaluzas, un tapiz tejido con devoción, música ancestral y el aroma a mantecados calientes que impregna el aire fresco de diciembre. Imagina cientos de almas congregadas al amanecer, sus voces entonando jotas mientras el sol besa las peñas calizas, y el eco de campanas que convoca a un pueblo entero a celebrar la luz en medio del invierno. Bienvenido a esta joya malagueña, donde la fe se baila con los pies descalzos y se saborea en una migas compartida, uniendo a vecinos de pedanías como La Higuera o La Joya en un abrazo que trasciende generaciones.
Antequera, cuna de dólmenes milenarios y corazón de Andalucía, ha forjado su alma en la confluencia de culturas: íberos, romanos y árabes dejaron su huella en sus monumentos, pero es en tradiciones como esta donde late su verdadera esencia. La Virgen de la Purificación, patrona de la ermita de Jeva, ha sido faro para labradores y pastores desde el siglo XVI, cuando la ermita se erigió como refugio en las faldas del Torcal. Recuperada en la década de 1980 tras años de olvido, esta romería –que alcanza su 36ª edición reciente– fusiona lo sagrado con lo festivo: una procesión que serpentea por senderos empedrados, el vibrante «choque de pandas» de verdiales –ese baile malagueño de panderos y laúdes que eriza la piel– y una gastronomía que huele a hogar. Para el viajero, llegar a Jeva ese día es como irrumpir en una postal viva: el paisaje kárstico como telón de fondo, el calor humano como manta contra el frío, y una invitación abierta a sumarse a un ritual que transforma el 25 de diciembre en un himno a la comunidad y la esperanza.
En esta guía, te llevo de la mano por los senderos de esta celebración única. Desde los ecos de su pasado remoto hasta el pulso de su día grande, pasando por relatos que te harán sentir el tamborileo en el pecho y sugerencias que facilitarán tu peregrinación. Si buscas una Navidad andaluza que vaya más allá de las luces y los villancicos, la Romería del Día de Jeva es tu destino: un rincón de Málaga donde el Torcal no solo guarda piedras, sino memorias que se comparten con un trago de aguardiente y una sonrisa franca.
El Nacimiento y Evolución de la Romería de Jeva
La Romería del Día de Jeva es como el Torcal mismo: escarpada, eterna y llena de grietas que narran historias de resistencia. Sus orígenes se hunden en el siglo XVI, cuando la Ermita de Jeva –un humilde templo de mampostería caliza dedicado a la Virgen de la Purificación– se levantó en el partido de Jeva, una pedanía sureña de Antequera rodeada de olivares y pinares. En aquellos tiempos de frontera cristiana-musulmana, la Virgen se convirtió en protectora de los pastores nómadas y labradores que pastoreaban rebaños por las cañadas reales del Torcal, jurando votos de peregrinación anual para agradecer lluvias que salvaban cosechas o curaciones milagrosas en tiempos de peste.
La tradición se consolidó en el siglo XVIII, con la llegada de los verdiales, ese folklore malagueño nacido en las fiestas de la Sierra de las Nieves y adoptado aquí como banda sonora de la devoción. Las «pandas» –grupos de hasta 12 músicos con panderos, rabeles y violines– comenzaron a desfilar en romerías, fusionando el rezo con el rasgueo festivo. Sin embargo, el siglo XX trajo sombras: el éxodo rural y el olvido posbélico silenciaron el camino a Jeva, reduciéndola a un eco en las memorias de los mayores. Fue en 1989 cuando un puñado de vecinos, impulsados por la Hermandad de la Virgen de Jeva y el Ayuntamiento, resucitaron la romería, transformándola en un acto de recuperación cultural que hoy atrae a miles.
Desde entonces, ha evolucionado sin perder su pulso humilde: lo que empezó como una misa campestre con unas pocas pandas se ha enriquecido con procesiones guiadas, degustaciones solidarias y toques modernos como rutas de senderismo temáticas. En su 36ª edición reciente, el Ayuntamiento de Antequera la declaró de Interés Turístico Provincial, reconociendo su rol en la preservación del patrimonio inmaterial. Visitar Jeva durante la romería es asomarse a esa metamorfosis: cada pandero golpeado es un puente al ayer, cada peregrino un eslabón en una cadena que une el barroco de la ermita con el iPhone que captura el baile. Es una tradición viva, que recuerda cómo Antequera, ciudad de tres culturas, teje su fe en hilos de olivo y música serrana.
Agenda de la Celebración
La Romería del Día de Jeva se desenvuelve en un solo día cargado de intensidad, como un amanecer que condensa el espíritu navideño en horas de luz y sombra. Centrada en el 25 de diciembre, su agenda es un mosaico de actos que fluyen del alba al ocaso, guiados por el repique de campanas que marca el pulso del corazón colectivo. Aunque matices anuales dependen del tiempo o invitados especiales, el esqueleto es un clásico que invita a planificar con antelación. Aquí te detallo el flujo típico, para que te unas sin perder el hilo.
Momento | Actividades Principales | Lugar |
---|---|---|
Amanecer (Inicio) | Repique de campanas y llegada de peregrinos desde pedanías. Primer «choque de pandas» de verdiales con bailes espontáneos. Desayuno compartido de migas y café. | Acceso a la Ermita de Jeva y explanada |
Mañana | Misa solemne en honor a la Virgen de la Purificación, seguida de procesión corta alrededor de la ermita. Ofrenda floral por hermandades y asociaciones. | Interior y exterior de la Ermita |
Mediodía | Gran «choque de pandas»: confrontación musical y dancística de grupos locales. Degustación de mantecados, aguardiente y dulces conventuales. | Plaza frente a la ermita |
Tarde | Actividades infantiles con villancicos y juegos tradicionales. Ruta guiada por senderos del Torcal con paradas devotas. Clausura con bendición y regreso. | Senderos cercanos y explanada |
Este compás no es rígido: cada año, la Hermandad invita a nuevas pandas de verdiales de rincones como Comares o Colmenar, enriqueciendo el choque con ritmos frescos. Las degustaciones, organizadas por voluntarios, sirven miles de raciones que financian la ermita, mientras que para los senderistas, se habilitan tracks fáciles desde el parking. Si viajas con peques, apunta a los villancicos; para los melómanos, el mediodía es el clímax. Consulta el programa en la web del Ayuntamiento para ajustes –¡así capturas el verdial que promete erizarte el alma!
Los Rituales que Animan la Romería
En el centro de la Fiestas de Antequera con la Romería de Jeva palpitan sus rituales clave, un vaivén de pasos y sonidos que convierten el día en una sinfonía andaluza. El telón se levanta con el repique de campanas al alba: un tañido ronco y antiguo que reverbera por el Torcal, convocando a los peregrinos que suben a pie o en tractor desde La Higuera o Villanueva de la Concepción. Es la señal para el primer «choque de pandas»: dos o más grupos de verdiales se enzarzan en un duelo amistoso de panderos y laúdes, sus bailes circulares –con duendecillo y montera calañesa– marcando territorio musical ante la ermita, como si la Virgen misma aplaudiera desde su nicho.
La misa solemne es el eje devoto: oficiada en la Ermita de Jeva, un templo del siglo XVI con retablo barroco que huele a cera y romero, reúne a cientos en bancos improvisados de paja. El sacerdote, a menudo un hijo de la pedanía, bendice la imagen de la Virgen –vestida de mantilla blanca y corona de estrellas– mientras coros locales entonan «Pura y Limpia», un villancico que eriza la piel. Le sigue la procesión: un cortejo lento por el atrio, con la Virgen en andas portada por hermandad y vecinos, escoltada por cruces y estandartes que ondean al viento serrano. Al mediodía, el gran choque de pandas eleva la fiesta: docenas de músicos, ataviados en chalecos bordados, compiten en jotas y seguidillas, invitando a los presentes a unirse en un corro que no distingue entre devoto y curioso.
La tarde cierra con ofrendas florales –ramos de olivo y claveles recogidos en las vegas– y la bendición final, donde el sacerdote rocía aguardiente bendito como símbolo de prosperidad. Estos rituales no son pasivos; son convocatorias a participar: un pandero en la mano, un paso en la procesión, un bocado de mantecado compartido. En Jeva, la romería se vive en el cuerpo, uniendo el rezo con el zapateado en un pulso que hace de la Navidad un latido colectivo, eterno como las formaciones del Torcal.
Lugares y Vibras de la Romería
La Romería del Día de Jeva se despliega en un anfiteatro natural que parece diseñado por la providencia, donde el Paraje de El Torcal actúa como coro silente. La Ermita de Jeva, enclavada en una loma al sur del parque, es el epicentro: su fachada sencilla de piedra caliza, con campanario puntiagudo, acoge la misa y la procesión, mientras su explanada –un claro rodeado de encinas y jaras– bulle con los coros de pandas. El aire huele a tomillo silvestre y humo de fogatas matutinas, y el sol de diciembre filtra entre peñas que parecen guardianes mudos.
Los senderos de acceso, como el que parte de La Joya, se convierten en procesionales: peregrinos suben charlando, con bastones y cestas de mantecados, pasando por miradores que regalan vistas al Guadalhorce. La plaza frente a la ermita es el corazón festivo: aquí se arma el choque de pandas, con el suelo empedrado vibrando bajo los pies danzantes, y mesas improvisadas donde se sirven migas con tropezones y anises calientes. En las pedanías colindantes, como el Partido de Jeva, el ambiente se tiñe de rural: cortijos abren puertas para rosarios previos, y el paisaje de olivos plateados enmarca el regreso al atardecer.
La vibración es electrizante: un tapiz de sonidos –campanas tañendo, panderos retumbando, risas estallando– entretejido con olores a romero quemado y dulces fritos, todo bajo un cielo que pasa del rosa al índigo. Es un clima de hermandad pura, donde el forastero es recibido con un «¡ven al corro!» que disuelve soledades, convirtiendo la romería en un bálsamo navideño que calienta el alma con el fuego de la tradición malagueña.
Historias y Usos que Dan Color a la Fiesta
La Romería del Día de Jeva es un arcón de relatos que brillan como las monedas de los trajes verdialeros, detalles que la salpican de magia. Una reliquia entrañable es el «aguardiente de la Virgen»: tras la bendición, se reparte un licor anisado casero, elaborado por las mujeres de La Higuera con hierbas del Torcal, un elixir que se dice cura resfriados y aviva el espíritu –una costumbre del siglo XVIII que aún provoca brindis con «¡Por la Purísima!» entre risas. Otra es la elección de la «Panda Invitada»: cada año, un grupo de verdiales de otra aldea, como los de Alhaurín el Grande, llega en procesión propia, chocando con los locales en un duelo que rememora rivalidades pastoriles ancestrales.
¿Sabías que la ermita guarda un exvoto del siglo XVII? Una plata labrada por un pastor salvado de un derrumbe en el Torcal, que se besa durante la misa como talismán de protección. En las pedanías, persiste el «rosario de la aurora»: mujeres suben al alba con faroles, rezando letanías que despiertan a los rebaños, un ritual que huele a amanecer y a esperanza. Y no pases por alto el libro de la hermandad: una edición anual con fotos amarillentas, jotas transcritas y recetas de mantecados de almendra que se venden para restaurar el campanario.
Una anécdota singular es el «corro de los niños»: durante el choque, los peques forman su propia panda con panderos de hojalata, imitando a los mayores en un baile que simboliza la transmisión del verdial –un guiño tierno que arranca aplausos y lágrimas. Estas reliquias convierten la romería en un mosaico vivo: no solo se honra a la Virgen, sino que se celebra la tenacidad de un territorio que ha bailado con sequías y vendavales, tejiendo su devoción en acordes de laúd y ramas de olivo.
Indicaciones Prácticas para la Jornada
Para que tu romería sea un deleite sin tropiezos, aquí van pasos de un antequerano de corazón. Alojamiento: Elige posadas en el centro como el Hotel Arte de Cozina o cortijos en La Higuera para despertar con vistas al Torcal; reserva pronto, que el 25 llena como la ermita en misa. Transporte: Llega en coche por la A-45 desde Málaga (45 minutos) o en bus desde la estación; desde Antequera, un taxi o shuttle de la hermandad sube a Jeva (20 minutos). Aparca en el área habilitada y sube a pie para el ritual completo.
Vestimenta: Capas para el fresco matutino –chaqueta de paño y botas de sendero–; un pañuelo para el polvo del camino y sombrero si el sol aprieta.
Gastronomía: Saborea migas con chorizo en el desayuno, mantecados de los conventos en la degustación o anises locales para el aguardiente. Para intolerantes, abundan los dulces sin gluten de almendra; lleva agua para la subida.
Tip: comparte un pandero prestado –¡abre el corro y el alma!
Con niños, únete al corro infantil; en pareja, la procesión al atardecer es poética. Y atiende al puesto de información para rutas accesibles. Así, Jeva te acogerá como a un viejo caminante.
Preguntas Típicas sobre la Romería de Jeva
¿Se celebra siempre el mismo día? Sí, invariablemente el 25 de diciembre, Día de Navidad, con agenda desde el amanecer.
¿Es necesario inscribirse para participar? No para la mayoría de actos; la procesión y el choque son abiertos, pero reserva en la hermandad para voluntariado.
¿Qué hacer si el tiempo complica la subida? Se activan rutas alternativas o actos en la ermita; sigue anuncios en redes del Ayuntamiento.
¿Pueden unirse visitantes a las pandas? Absolutamente, muchas prestan instrumentos; es el alma del choque, con respeto al ritmo.
¿Hay servicios sanitarios o accesibilidad? Sí, un puesto médico en la explanada y senderos adaptados; consulta en Turismo para detalles.
Vínculos Esenciales
- Ayuntamiento de Antequera – Eventos
- Diputación de Málaga – Turismo
- Oficina de Turismo de Málaga – Guía Provincial
- Programa de Fiestas – Romería en Antequera
- Programa de Fiestas – Tradiciones en Málaga